11 septiembre 2009

Del Transporte Público y Otros Menesteres [ II Parte]


Conversando - sí, contestar un comentario es conversar - con Tarántula, vino a mí el recuerdo de sueños sin precedentes, de descansos largos y necesarios.

Yo le decía:
No hay sueño como el Sueño en Transporte-Público...
.. y fue, entonces, cuando desperté a la sabiduría del dormir.

Hay algo en el smog de la ciudad cuando vas en un carrito o jeep en Caracas, que me knockeaba en cuestión de minutos. Bastaba con conseguir un lugar donde apoyarme, no necesito ni de un asiento, y caigo dormido.

Quizá es el vibrar de las ruedas del metro contra los rieles o la sensación de estar en un lugar cerrado, en el cual podía suceder lo inimaginable - y sucede -, sin escapatoria alguna más que un tunel oscuro y sofocado de gases tóxicos - que no sabes cómo llegaron allí, porque el vagón es eléctrico -, la que me transportaba a un mundo de sueños.

Estar en cualquiera de esos maravillosos lugares, es mejor que acurrucarse en una cuna a los 18 meses. El bamboleo del jeep, el olor a CO2 y el vallenato, generan en mi cerebro Ondas Delta sin siquiera pensarlo.

Lo más sorprendente es que, al llegar a mi destino, como por arte de magia o voluntad de Morpheo, me despertaba y con mucha pereza empezaba mi día universitario.

Cualquier semejanza con la vida misma, es porque, pasa en la vida, pasa en [inserte canal de películas, porque no le haré publicidad a nadie] ¿Cómo empiezas tus días?