02 junio 2009

Peliroja Platónica [T - 5 y contando]


Empezando mi carrera universitaria - hace unos 5 años, ¡qué viejo estoy! - me encontré con la criatura mas hermosa que jamás había visto hasta ese entonces.

Una Mujer de piel clara, pecosa, cabellos risados y rojos, deambulaba por el cafetín de la UCAB y cada vez que aparecía, el mundo se hacía lento y su pasar iluminaba mi existir. Por supuesto, mis amigas la odiaban cada día más. La chica en cuestión, estudiaba un año por encima de mí, en la misma carrera. Era el destino que compartieramos intereses y un futuro promisorio.

Con el pasar de los meses, me vi rodeado de muchas personas que la conocían - llegué a contar hasta 15, entre ellas, mi pana, Harold que estudiaba conmigo - y eran capaces de presentarnos para que las ruedas de lo inevitable se pusieran en marcha. Sin embargo, siempre escogí no conocerla. Tú sabes que un amor platónico se cae del pedestal cuando pasa a ser un Posible.

A mis amigas les dije en más de una ocasión "si la llego a conocer le declararé mi amor eterno y sin medida" a lo que contestaban con risas y burlas pero eso no calmaba el amor de este fiel hombre.

Con el pasar del tiempo, me enteré de toda su vida, su nombre: Clarissa, su dirección, gustos y estado civil - hasta me ofrecieron el número de teléfono, pero me negué a invadir la privacidad de mi hermosa doncella Dulcinea -. Todo a través de gente que la conocía y no sé por cuál motivo, razón o circunstancia, me escogía para desahogar todos los chismes de su vida.

Estaba claro, el universo conspira a tu favor cuando las cosas son tuyas.

Iniciando el 3er año de carrera, me encontraba en el cafetin con mis amigas, Adriana, Vanessa, Mariana y otras chicas cuando nuestro amigo en común Harold, llega a nuestro ritual de burlas sobre la diversa fauna ucabista que merodea por esos lares, cuando de pronto, como cervatillo descuidado Clarissa pasa frente a nosotros.

Como era costumbre, mi rostro cambia de jodedor a jodido y embelezado por aquella imagen y siento la vibra negativa de todas mis amigas en su contra, cuando Harold realiza una jugada maestra y sorpresiva para todos. Llama a Dulcinea, y la presenta a todos en la mesa, siendo yo el último en darle la mano y sin si quiera decirle aún mi nombre le pregunto: ¿Puedo decirte algo? a lo que responde con una inocente afirmativa.

Desde el primer día que te vi en el cafetín, en primer año de la carrera, me has parecido la mujer más hermosa que jamás ha cruzado por esta universidad...

El silencio de Adriana, Vanessa, Mariana, Harold, Clarissa y a la recien incorporada a la mesa, Daniela - y de los chismosos que estaban sentados atrás - se sintió palpitante por lo que parecieron 30 minutos.

Lo que ocurrió con el pasar de tan sólo un mes de aquello fue algo sin precedentes, me la presentaron y me empaté con Daniela, mi ex.

Imagen =CarpeSav

Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia.